viernes, 7 de junio de 2013

MEDIO AUSENTES, MEDIO PRESENTES



Alguna vez me dijeron: ‘después de la tormenta viene la calma’, ¡Ah, bestia! ¿Qué será la tormenta? la tormenta sería las tristezas, iras, las alegrías, las carcajadas, las cosas normales que hace la gente loca, y las cosas locas que hace la gente normal, podría ser también un ruido, una sacudida, el correr, el pensar, el comer agitadamente, la lluvia, el sol. ¿Y qué tal si la tormenta no es tormenta y la calma no es calma? La tormenta podría ser de aspecto pacífico, podría ser una neutralidad, quizás solo esperar a que el tiempo pase sentado con una taza de café o té, al gusto de cada quien, mirando la nada, solo pasmado. Tal vez sea el quedarse mirando a la pareja, a quien se quiere y 


admirarle, dejar que los ojos pronuncien lo que los labios y la lengua –aunque acompañados están- se abstienen de mencionar, podría ser un abrazo, un respiro, un alivio y la calma, sería su antónimo, no me refiero a que en lugar de taza de café sea una cerveza, o quizás sí. Hago referencia a que la tormenta es relativa, puede ser calma, o tormenta y la calma pues… Ya saben, calma o tormenta, cada quien pone su punto de vista en el papel deseado, puede ser infinidad de sensaciones.
¿Estando la tormenta acá, habrá espacio para la calma? ¿si no estoy aquí, a dónde iría la calma? Tormenta y calma, malditas vagabundas, están aquí y allá, están con uno y con el otro, están y no están, están medio ausentes o medio presentes.

Monica Arboleda.







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