Para ser sincero no sé cómo empezar este texto, se me dificulta ya que siempre tuve una forma de ver el actual amor como esa sensación molesta, nada más comparable con la de tener resaca. También, porque nunca fui exitoso en eso que llaman“noviazgos”–digamos que no le veo el sentido a ponerle nombre a una relación que ya está en curso y que tarde o temprano está destinada a terminar-, a lo mejor ya muchos de mis lectores (Aunque en realidad se que serán pocos) estarán predispuestos y algunos o algunas ya estarán diciendo que son excusas de un hombre mujeriego. A ciencia cierta, me interesa poco o nada lo que piensen de mí, si no fuera así, no me hubiese atrevido a tratar un tema tan espinoso como es este.
Sea o no que compartan mi idea, en realidad todos están sedientos de amor, ven innumerables películas basadas en historias románticas felices y desgraciadas, escuchan centenares de canciones triviales que hablan de amor y sin embargo casi nadie piensa que hay algo que aprender de él.
He podido notar a través de insistentes preguntas–frecuentes en la mayoría de las personas- sobre el problema del amor que consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se les ame, cómo ser dignos de amor. Para alcanzar ese objetivo, siguen varios caminos; uno de ellos utilizado en especial por los hombres, es ser tan exitoso, poderoso y rico como sea posible, el otro utilizado particularmente por las mujeres, consiste en ser atractivas, por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Técnicas curiosas de conseguir amor, tal vez lo queramos comprar, después de todo, somos animales domesticados y direccionados al consumismo.
Otro rasgo curioso en la cultura contemporánea es que todo está estrechamente vinculado con el deseo de comprar, en un intercambio natural favorable, el hombre(o la mujer) considera a la gente en forma similar. Una mujer o un hombre atractivo son premios que se quieren conseguir. Atractivo significa entonces, un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado de la personalidad.
En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
En las cosas que he aprendido de la observación y del análisis de esto maravilloso y hermoso, que pareciera embelesar e idiotizar a los que son víctimas de ella, al mejor estilo de la religión, es que hay un error común que radica en la confusión entre la experiencia inicial del “enamorarse” y la situación permanente de estar enamorado, o mejor dicho, de “permanecer” enamorados. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra –como lo somos todos-, dejan caer de pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad constituye una de las circunstancias más estimulantes y excitantes de la vida, resultando aún más maravilloso y milagroso para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas, sin amor.
Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado si se combina o se inicia con atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de amor es –por su naturaleza misma- poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierda cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante al comienzo no saben todo esto: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar “locos” el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando solo muestra el grado de su soledad anterior.
Existen varios tipos de amor, me atrevería incluso a decir que uno de los amores más fieles y hermosos es el de un niño por su mascota, la naturaleza de pureza de un vinculo así, no permiten engaños o traiciones.Quién negaría el hecho de que este amor es más grande incluso, que el de un hombre que se casa con una mujer por su físico o el de una mujer que se casa con un hombre por su dinero, o como diría el maestro Silvio Rodríguez:“Busca amor con anillo o papeles firmados y cuando dejes ten presente a los niños no dejes tu esposo ni una buena casa y si no se resisten serruchen los bienes que tienes derecho también porque tú, tenias precio puesto desde ayer.”
Todo esto lo hago por un motivo, no lo hago porque sea algo así como un “grinch del amor” al contrario solo quiero demostrar que el amor no son formalidades, no son “noviazgos” no es ponerle un nombre a una relación, que solo reprime e impone restricciones. El amor es libertad de expresión, el amor es sentimiento, el amor es un lazo mutuo entre dos personas sin interesar géneros, raza o creencias. El amor es querer a una persona sin importar el “atractivo” ese mismo estereotipo fascista de belleza que nos vendió y que nos vende la televisión, ¿quién alguna vez dijo que la mujer debía tener un cuerpo delgado y sus senos debían tener tallas exageradas? nadie, el amor es pureza y no conoce de atractivos ni de imposiciones, restricciones, géneros, razas o creencias, el amor está abierto a todo aquel que esté dispuesto a dejar los prejuicios a un lado y que esté dispuesto a amar y a dejarse amar.
Rodrigo Torres.
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